Monday, July 30, 2012

Jane and Ruth

Eran casi las diez de la noche y estaban todos muy tranquilos convérsando en la sala cuando se oyó un ruido en la cocina.

--¿Qué fue ese ruido?-- preguntó Virginia un poco alarmada. --Parece como que se cayeron unos platos.

--Probablemente son las ratas-- observó su esposo en tono de broma y sin darle más importancia al ruido.

--¡Ratas! Tú siempre dices lo mismo cada vez que oyes un ruido-- exclamó Virginia con impaciencia. --¿Recuerdas la noche que no quisiste levantarte a investigar qué eran aquellos ruidos en la sala porque tú decías que eran las ratas, recuerdas? Deben haber sido unas ratas enormes porque nos dejaron sin la televisión de trescientos dólares que acabábamos de comprar.

Fred quiso decir algo pero para no discutir con su mujer enfrente de los señores Fuentes se levantó y fue a la cocina a ver qué era el tal ruido. Casi en seguida volvió y dijo --Puedes estar tranquila, mujer, no te preocupes. Eran dos ratitas muy bonitas llamadas Jane y Ruth que estaban en la cocina y se les cayeron unos platos que estaban lavando.

--¿Qué están haciendo esas niñas en la cocina?, ¿por qué no están acostadas? ¡Jane y Ruth!

--Yes, mother?-- contestaron dos inocentes y timidas voces desde la cocina.

--!Vengan acá inmediatamente!

Dos preciosas niñas en pijamas entraron timidamente a la sala; la más pequeña, de unos seis años, detrás de la otra que podia tener ocho, más o menos.

--Ah, éstas son las dos hijitas de que me hablaban-- exclamó la señora de Fuentes. --Mira, Ricardo, qué divinas son.

--Sí, aquí tienen ustedes la causa de toda esa conmoción que oímos en la cocina-- dijo Fred --La más grande es Jane y esta otra ratita es Ruth. Saluden a los señores. Ellos son nuestro vecinos y tienen unas niñitas muy bonitas. Uno de estos días vamos a ir todos a su casa a conocerlas.

Las dos saludaron con mucho respeto y por varios minutos conversaron en español con los señores Fuentes, poniendo mucha atención a todo lo que ellos les decían y contestando a todas las preguntas que les hacían, en forma tal que indicaba la buena educación que hablan recibido de sus padres. El español lo hablaban tan bien como su madre, quien desde que eran muy pequeñas había insistido en enseñárselo.


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