--Veo que por fin han podido alquilar esa casa-- le dice a Marta, su esposa, que al oír llegar el carro ha salido a encontrarlo.
--¿Sabes quiénes son los nuevos vecinos?
--Creo que es una familia americana-- contesta ella. --Dicen que son unos señores Robinson. Parece que este señor viene a trabajar con la Embajada de Estados Unidos y que es una persona muy importante.
--¿Cómo sabes tú? ¿Has hablado con ellos?
--No, pero me lo dijeron las señoritas Martínez, ésas que viven a la vuelta.
--Esas viejas siempre lo saben todo.
--Ay, Ricardo, no digas 'esas viejas', es muy feo decirles así.
--Las señoras entonces. Son tan viejas que no puedo pensar en ellas como las señoritas Martinez.
--Pero Ricardo-- interrumpió Marta --señoras son las mujeres casadas, ellas son solteras. Por favor, tú no debes ...
--Bueno, bueno, no vamos a discutir por cosas tan insignificantes. En fin, ¿qué más te dijeron las 'señoritas' Martínez?-- preguntó Ricardo con cierto tono de sarcasmo.
--Eso fue todo, hablé sólo un momento con ellas por teléfono porque yo estaba muy ocupada cuando ellas llamaron. Bueno, vamos a sentarnos-- exclamó Marta hablando de otra cosa. --¿Tienes mucha hambre?
--Tengo una hambre horrible, ¿qué hay de comer?
--Lo que más te gusta a ti, chuletas de puerco. Y de postre te tengo un pastel de manzana delicioso.
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